La vendimia en el Bages ha llegado a su fin con un balance muy positivo, tanto en calidad como en desarrollo. Tras unos años marcados por la sequía y las temperaturas extremas, esta ha sido una añada de equilibrio, con condiciones climáticas que han favorecido una maduración homogénea y un excelente estado sanitario de la uva. La pluviometría generosa (que este año ha sido el doble respecto a la media anual habitual) y un mes de julio más fresco de lo normal han sido claves para esta cosecha.
En la bodega, la vendimia comenzó el 26 de agosto con las variedades blancas más tempranas, como la sauvignon blanc y la chardonnay. Posteriormente llegaron el macabeo y el picapoll, en una vendimia escalonada que se prolongó tres o cuatro semanas, buscando perfiles distintos según la maduración y la personalidad de cada parcela. Las variedades tintas comenzaron más tarde con los merlots y una pequeña parte de mandó, buscando un perfil más fresco de la variedad, y finalizaron con los cabernets y las últimas terrazas de mandó.
En conjunto, la vendimia en el Bages se ha desarrollado con rendimientos moderados pero equilibrados y con una calidad de uva muy alta, que augura vinos frescos, con buen potencial aromático y una estructura elegante. Una añada que confirma la capacidad de adaptación de los viñedos del Bages y su potencial para expresar, año tras año, la autenticidad de un territorio vivo.



