La bodega lidera des de sus orígenes la búsqueda y recuperación de las variedades autóctonas del Bages, como la Picapoll o la Mandó, dando resultado a vinos como este tinto fresco, dominado por una acidez viva, en una de las añadas más secas de la última década. Esta frescor en boca y el potencial varietal que mantiene en un año seco es una muestra de cómo se adapta la variedad al cambio climático. “Esta adaptación nos genera confianza en la apuesta de futuro que queremos hacer con el mandó”, explica Miquel Palau, enólogo de Abadal. A partir de esta añada – y ya en las próximas se hará progresivamente – se han incorporado diferentes parcelas de Mandó al cupaje, lo que permite jugar con la orografía irregular de la finca para encontrar un cupaje que aporte complejidad y ofrezca la máxima tipicidad. Este vino tiene una crianza de 12 meses que combina ánfora y barrica de roble.
El Abadal mandó nos traslada en medio del bosque del Bages con aromas florales, de algarroba y sotobosque y un fondo especiado, de regaliz y de fruta madura. En boca es muy fresco, equilibrado, goloso, con un final que recuerda la tipicidad aromática de esta variedad y una acidez viva que le confiere larga vida en la copa. Frescor, elegancia e identidad varietal.
